Retorno al pasado. Una mirada retrospectiva al cine negro.

No sabía nada de lo que estaba haciendo. No sabía nada excepto cuánto lo odiaba.

Una mujer y un hombre se acomodan en una playa bañada por la luz de la Luna. Ella es la novia de un mafioso, que le disparó y se fugó con una pequeña fortuna. El es un detective contratado para encontrarla y traerla de vuelta. La encontró en Acapulco, donde se enamoraron. Un antihéroe, una mujer fatal y una trama en donde el crimen es el protagonista, contado mediante un flashback. El cine negro clásico no requería de nada más para desarrollar una historia que parte de la novela “Eleven mi horca”, escrita por Geoffrey Homes aunque bajo el seudónimo de Daniel Mainwaring.

Lo dirige Jacques Tourneur en 1947 y lo filma con el mismo pulso expresionista que otras de sus obras maestras que rodó en su etapa de la RKO como La mujer pantera o Yo anduve con un zombie, mientras que cultivó el género de aventuras (El halcón y la flecha) o el western (Wichita).

En el caso de Out of the past, un hombre de buenos principios, Jeff Markam (Robert Mitchum) se oculta de su pasado trabajando en la gasolinera de un pueblo perdido en las montañas de California. Pasa el rato entre la pesca y disfruta de la compañía de su prometida, Ann Miller (Virgina Huston). Pero el pasado siempre vuelve de forma violenta, demostrando que en el cine negro este tipo de personajes están destinados de forma trágica desde el comienza. Si les resulta familiar este argumento es porque repite el esquema de The Killer, aquel famoso relato que Hemminguey escribió en el bar de un hotel de Madrid y que Douglas Sirk adaptó como Forajidos (1946). Aquí nos muestra la predilección del Noir por las gasolineras (pensemos en El cartero siempre llama dos veces) y los personajes que se ocultaban del pasado como “El sueco” (Burt Lancaster) y en las tramas narradas en flashbacks. Por cierto, esta trama la repetirá David Cronemberg en “Una historia de violencia”.

Tourneur demuestra dominar los ritmos fílmicos en esa escena en la que nos introduce la trama principal mediante un doble desplazamiento, el espacial (el trayecto de un coche) y temporal (el flashback) a través de la voz en off de Jeff. Entonces, el cineasta nos muestra un sinfín de localizaciones para enriquecer la historia, entre las playas de México, sus barrios o las calles de San Francisco. Allí le espera un gánster (Kirk Douglas) y un tórrido romance con una mujer tan bella como peligrosa (Kathie, Jane Green), dirigiendo al personaje hacia una espiral de pasiones, traiciones y asesinatos que concluirá una vez que detenga el coche, en el presente, y se enfrente Mitchum a sus fantasmas del pasado de los que no podrá huir ni esconderse.

Un cine negro salido del sol.

“Y luego la vi saliendo del sol”.

Eso es lo que recuerda Jeff de su primer encuentro con Kathie.

Gran parte de la historia se desarrolla durante la noche, pero el sol da un significado especial a la trama. Imagínese un lugar idílico. Un pequeño pueblo rodeado de montañas y un lago, un lugar pintoresco donde siempre brilla el sol. Nadie puede pensar en el cine negro con las primeras imágenes, aquellas en la que vemos un coche circular por la carretera, mientras avanza los créditos hasta que se detiene en una gasolinera y se revela a su conductor: un hombre con sombrero y gabardina que no encaja en ese entorno.

En los años 40 todos los estudios filmaban cine negro pero dos ellos se disputaban la corona del género, la Warner y RKO. La Warner –El halcón maltés, El Sueño Eterno– solía caracterizarse por una fotografía de ángulos extraños, un ritmo rápido con cortes y transiciones rápidos (solían quitarle unos cuantos fotogramas a muchos planos), usaban partituras llamativas y actuaciones fuertes. El estilo de la RKO era totalmente distinto: Actuaciones minimizadas, economía de recursos, unas fotografías que les sirvan tanto para transmitir belleza como para mostrar inquietud –con unos espléndidos claroscuros y sombras-, música discreta en vez de golpes de efecto y cortes algo más lentos.

Curiosamente el guión lo escribió el propio Homes pero el productor Warren Duff no quedó completamente satisfecho y fichó  a James M. Cain que reescribiera algunas escenas (famoso escritor del género, El cartero siempre llama dos veces). Homes pensó en Humphrey Bogart para la película, entregándole el guión y el actor estaba entusiasmado, pero la Warner se negó a cedérselo a la RKO. Entonces, apareció Robert Mitchum, que entonces apenas había interpretado pequeños papeles. Es llamativo cómo en el reparto de “Retorno al pasado” apareciesen una infinidad de actores que especializaron en el cine negro como Paul Valantine o Steve Brodie, pero todos en sus comienzos.

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