Un día como hoy -27 de mayo de 2022- se cumplen cien años del nacimiento de Christopher Lee que sin conseguir ningún Oscar, como actor ostentaba dos records Guiness, uno como el intérprete importante más alto del mundo y el que aparecía en más duelos de espadas, en pantalla; emparentado nada menos que con el general Robert E. Lee, Ian Fleming o el propio Carlomagno. E incluso fue el único miembro del equipo de “El Señor de los anillos” que conoció personalmente a Tolkien. Es curioso que en 1961 fuese rechazado para participar en “El día más largo” por su “falta de carisma militar”, cuando sus libros de memorias recogen unas experiencias en la Segunda Guerra Mundial que ya quisiera para sí el mismísimo Patton. Al parecer, se apuntó voluntario para luchar en Finlandia en la llamada “Guerra de invierno”. Durante el viaje hacia Oslo, hizo una escala en París y asistió a la última ejecución pública de guillotina. Mientras que en la guerra sirvió en las Fuerzas Armadas dentro de los Servicios de Inteligencia, sobreviviendo a un bombardeo en Túnez e incluso fue un caza-nazi.
Eso sí, le solemos relacionar con el cine y sobre todo con el de terror con una imagen que asociamos para siempre con el conde Drácula, pero Christopher Lee fue mucho, mucho más. Vocalista en un grupo de música heavy, cantante de ópera, espía durante la Segunda Guerra Mundial y un amante del deporte, el cricket y de los puros Montecristo. Estuvo a punto de ser becado por el prestigioso colegio Eton, aunque no llegó a superar un examen en cuyo jurado estaba –nada menos- que el célebre escritor de relatos de fantasmas M. R. James.

El actor que ennobleció el terror.
Su carrera comenzó en los años cuarenta, aunque habría que esperar a los cincuenta para materializar su popularidad de manos de la Hammer, productora inglesa que revitalizaría los grandes clásicos del género de terror que la Universal había inaugurado una década antes. En la Hammer no sólo formó pareja artística con su colega y amigo Peter Cushing, sino que reinterpretó uno de los personajes claves del cine de género: el vampiro de Transilvania, Drácula.
Su físico característico, alto y delgado, junto con su porte aristocrático, sirvió para dar vida al sanguinario conde que una vez ideó Bram Stoker. Aportando algo menos de diálogo que supo sustituir por sus gruñidos, revitalizó el personaje de tal forma que lo convirtió en un icono del siglo XX, aunque Christopher Lee llegaría a la extenuación y a renegar del conde Drácula. De hecho su legado al cine fantástico y sobrenatural, en general, y a la Hammer, en particular, fue mucho más amplio, descubriéndose su rastro tanto en Frankenstein como en Sherlock Holmes, con la curiosidad de ser el único actor que ha encarnado tanto al famoso detective creado por Conan Doyle como a su hermano en la ficción, Mycroft Holmes, nada menos que a las órdenes de Billy Wilder, en La vida privada de Sherlock Holmes.


Ya sea como protagónico o secundario, asumió en muchas ocasiones el rol de villano en variaciones de las más inquietantes historias (desde Fumanchú a la momia o Rasputín), hasta convertirse en una presencia icónica imprescindible más allá de lo que el terror le podría ofrecer. Así aparecía en la trilogía de El señor de los anillos, como el mago Saruman, o en la saga de Star Wars, el conde Duku, un personaje menor pero clave para la historia, al ser quién idease la célebre “Estrella de la Muerte”.
Igualmente fue la imagen de 007 que tuvo en mente Ian Flemming, primo del actor, materializándose en uno de los villanos Bond más recordado, Scaramanga, El hombre de la pistola de oro. Y un intérprete habitual en las películas de Tim Burton, con pequeños papeles entre sus fantasías tenebrosas.
Christopher Lee fue mucho más. Apareció en algunos títulos emblemáticos de otra productora británica emblemática del cine de terror, la Amicus Films, y en películas como la inquietante The wicker man (El hombre de mimbre), considerada por el actor como una de sus más apreciadas apariciones. A parte mantuvo también una estrecha amistad con uno de nuestros intérpretes más carismáticos del fantaterror español, Paul Nashy.

