Piense en ese ejercicio de total libertad que implica todo musical, siempre que se sale de la realidad para adentrarse a un mundo en donde la gente baila y canta. Seguramente el mejor de todos los tiempos, con todo lo que un buen film del género debería contar: ser desenfado, alegre y colorista. Lo dirigía Stanley Donen en 1952. Donen sería uno de los grandes chicos prodigios de Hollywood. Se habla del caso de Orson Welles, quien con 25 años rodó “Ciudadano Kane”, pero Stanley Donen tenía 24 años cuando filmó “Un día en Nueva York”; con 27, le tocó “Cantando bajo la lluvia” y tuvo 29 años cuando hizo “7 novias para 7 hermanos”.
Don Lockwood (Gene Kelly) es la gran estrella del momento, siempre acompañado de la irritante Lina Lamont (Jean Hagen) que al público le gusta imaginarse una relación sentimental más allá de las pantallas. Pero por el camino aparece la recatada Kathy Selden (Debbie Reynolds), una chica del coro que será lo opuesto de Lina en todos los aspectos y de quien Don se terminará enamorando.
Es la época de El cantor de jazz que pondrá Hollywood patas arriba. El productor de Monumental Picture ansía una gran producción sonora y acude a sus estrellas favoritas, Lockwood y Lamont. Desafortunadamente, la voz de Lina no es la adecuada (piense en Verónica Forqué con helio) y Don todavía usa los gestos exagerados propios de la era del cine mudo. El resultado es un desastre y los espectadores que asisten a una proyección, se ríen de The Dueling Cavalier. En el momento en que Don está completamente abatido, su mejor amigo, Cosmo (Donald O´Connor) da con la solución: Convertir The Dueling Cavalier en The Dancing Cavalier, inventando la comedia musical. Kathy doblaría la voz de Lina y la pareja artística podría establecer la transición a las talkings.

La intrahistoria de “Singing…”
Toda esta nueva representación musical arranca de los años 30, de una pequeña producción de Broadway de Roy del Ruth “All Join”, en donde un jovencísimo Stanley Donen, de 18 años, servía de bailarín en el coro y Gene Kelly era la estrella. De unas conversaciones en el camerino, Kelly descubre la gran creatividad de Donen y su inmensa capacidad organizativa. Ambos firmarán una famosísima trilogía que comienza con On the town y termina con Siempre hace buen tiempo, en donde situamos Cantando bajo la lluvia.
En la MGM el gran director del género musical era Vincente Minelli con quien Kelly habría protagonizado justo el año anterior un inmenso éxito: “Un americano en París”, pero las relaciones entre Minelly y Kelly no fueron fáciles porque aquel cineasta también quería controlar la coreografía y la música. De ahí, que Kelly trabajase mejor con Donen quien sabría perfectamente qué lugar ocupar como director.
“Singing…” es un ejemplo de película creada a partir de parejas artísticas. Están Gene Kelly y Stanley Donen, pero también Kelly y Donald O Connor; y los guionistas Betty Comden y Adolph Green. Y por supuesto, no habría sido posible sin Herbert Brown y Arthur Freed. Freed era la leyenda viva de la MGM cuya andadura comenzó con un pequeño papel entre bastidores y sin acreditar en El mago de Oz, aunque logró producir grandes musicales y venía nada menos de llevarse el Oscar a la Mejor Película por “Un americano en París”. Él fue quien logró que el gran patrón, Louis B. Mayer, cediese y le diera a la película todo lo que “Singing…” necesitase para triunfar. En parte, Freed fracasó en esta ocasión. Su anterior producción, mucho menos interesante, se llevó 5 Oscar mientras que ésta ninguno.
En el set hubo muchos detalles contra su principal competidora. Por ejemplo despidieron a mitad del rodaje al director de fotografía John Alton –cameraman habitual de Minelli y, por tanto, de Un americano en París– y llamaron a Hal Rosson, con quien ya había trabajo Donen en Un día en Nueva York. O lanzaron “homenajes envenenados” contra la nueva estrella de Minelli, Fred Astaire, el otro gran bailarín de Hollywood con quien Kelly mantenía una amistad fuera de cámaras, pero con el que no simpatizó nunca dentro de un estudio de cine. Solo trabajaron juntos en una ocasión.

Las canciones de “Singing…”
En esa época, una película musical solía surgir de un éxito previo en Broadway, pero “Singing…” sería una completa novedad en este sentido.
Arthur Freed dio una norma a la pareja de guionistas Betty Comden y Adolph Green: elaborar un guión que incorporase la mayoría de canciones conocidas previamente. De hecho, el propio Freed (en colaboración con Herb Brown) escribiría 12 de las 14 canciones de la película (incluida el tema principal), siendo la única novedad: Moses Supposes, mientras que Make Em Laught fue el único tema que no fue escrito por ellos.
La crisis que vivió el cine con la llegada del sonido impulsa esta increíble película. Kathy Selden, interpretada por Debbie Reynolds, es la aspirante a actriz que consigue llegar a fin de mes saliendo de las tartas en las fiestas de Hollywood. Dará al personaje de Don Lockwood un mensaje claro sobre la importancia del teatro con una de sus canciones “All I Do Is Dream of You”. Sin embargo, destacaría Good Morning, en la que los tres protagonistas celebraban el instante en que inventaron el género del musical cinematográfico, anticipando el legendario número que habría de llegar.
“Singing in the rain” que pondrá título a la película es el gran tema musical, quizás empatado con «Make ‘em Laugh”, en donde Donald O’Connor bailaba casi como un personaje de dibujos animados. Olvídate de los despistados highbrows y quédate con lo que Cosmo proclama: el verdadero deber – y el verdadero arte – radica en entretener a la gente.
El problema con esta canción es que estamos ante el mayor plagio en la historia de los musicales:
Fue escrito por Cole Porter para el filme “El pirata” -Be a Clown- protagonizada por Gene Kelly. El actor Gene Tierny lo descubrió en uno de los pases de la película, quedó escandalizó y llamó rápidamente a Porter preguntándole por qué no había protestado. El Sr. Porter decidió guardar silencio sobre el tema.
Terminamos con el tema central y la dificultad por conseguir la lluvia.
Esta escena –con similitudes a una secuencia de “El cameraman” (Buster Keaton, 1928)- es un ejemplo de la habilidad técnica de Stanley Donen, en la que usó 10 planos, mientras que el tema de “Good Morning” solo necesitaba de un cambio de plano. Toda esta escena requirió de un día y medio de rodaje, empleándose grandes lonas para oscurecer el día (nada de “noche americana”). Existen muchas anécdotas sobre ella, por ejemplo que después de los ensayos, llegó el día del rodaje y cuando pusieron en marcha las máquinas para producir agua, apenas había presión. Era un día de verano muy caluroso en el condado de California y el equipo tuvo que esperar al día siguiente, para que los vecinos no usasen tanto las duchas y las piscinas.
La lluvia en pantalla era el gran quebradero de cabeza y Hollywood echaba mano de todo tipo de trucos. Se llegó incluso a utilizar leche condensada en el cielo negro, para representar la lluvia. Mientras que en el caso de “Singing…” hay versiones contradictorias entre los que decían que Gene Kelly coloreó el agua, como hizo por ejemplo Kurosawa en “Rashomon”, y los que aseguraban que fue el cameraman quien logró dar relevancia a la lluvia a través de la luz, a través de contraluces.
Nos quedamos con una de esas grandes de la historia del cine, que conserva intacta la frescura del primer día y que amarán incluso los alérgicos al musical (como me sucede a mí).

