Annie Hall. Una nueva comedia americana.

-¿Conocen este chiste?

Hace poco empecé a pensar en la frase del cartel americano de Annie Hall (Woody Allen, 1977), definiendo el film como “A nervious romance”. Evidentemente cuenta con los elementos románticos y humorísticos como para despertar un gran interés, pero lo más importante de este tipo de comedia es su condición de novedad. Pertenezco a esa generación que han crecido creyendo que Woody Allen y esta película en concreto,  era un “clásico” (contemporáneo, si se quiere, pero clásico). Eso sí, el film supuso un punto de ruptura, una novedad en la historia del cine.

Los judíos habían ayudado a crear el Hollywood dorado, gracias al éxodo de todo tipo de profesionales hebreos que se marcharon de Europa a causa de la Segunda Guerra Mundial. Así nació el sistema de cine industrial, marcado por las majors, las principales productoras, a consecuencia de una curiosidad: Los millonarios judíos encontraron en el séptimo arte la mejor forma de prosperar, al tratarse de un sector poco interesante para la inversión privada, pues muchos de los negocios los tenían vetados. Pero en los años setenta surge este hombre. Su personaje es un intelectual judío; se nos presenta en la película en el centro de la imagen, hablando directamente a cámara; toda una declaración de principios.  “Dos vetustas damas están un hotel con pensión completa. “La comida está malísima”, dice una de ellas. La segunda responde: “Sí, desde luego, y además las raciones son minúsculas”. He aquí el sentido de la vida para Woody Allen: soledad y sufrimiento para terminar demasiado pronto.

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La película perfectamente podría haberse llamado Alvyn Singer, el personaje central, o incluso Allan Konisberg (el nombre real de Woody Allen), porque pocos cineastas han logrado una fusión tan acertada con sus ficticios alter egos. Un personaje que representaría todo tipo de traumas y no podría estar más alejado del canon de belleza masculino; pero aun así, enamora a una chica del medio oeste americano (Diana Keaton). Existe una curiosa anécdota sobre el título, que bien podría haber salido de un guión del propio Allen: El director se empeñó en titularlo: Anhedonia (la incapacidad para sentir alegría) y un amigo suyo, Arthur Krim, presidente de la United Artist, amenazó con tirarse de una ventana.

Muchas veces se le ha querido comparar con Charles Chaplin quien también era judío y el blanco de sus propios chistes, además de dirigir, escribir e interpretar al personaje principal en sus películas. Annie Hall, por ejemplo, parece heredar el tono cómico y narrativo de Luces de la ciudad. Aquí, Charlot, lograba que una chica ciega, viese; Woody Allen, por su parte, hizo que la chica creyese en sí misma. Entre tanto, se dan dos historias románticas poco convencionales, partiendo del mito del Pygmalion.

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La estructura de la película.

La idea central consiste en una relación entre Alvin y Annie Hall, cancelada desde el principio. Una de las características de Annie Hall es la falta de estructura orgánica de la película, construida a base de chistes y frases mordaces, llevando al extremo el juego de la realidad y la narración. Desde la forma narrativa del reportaje a secuencias de dibujo animado o escenas en las que se dirige directamente al público. Durante la cola de un cine, su personaje debe soportar los comentarios de un seudointelectual que pasa de criticar a Fellini a reinterpretar ideas de Marshall McLuhan –gurú de la comunicación- quién aparece en escena, para aclarar al presumido pedante que se equivoca totalmente en la interpretación de sus teorías.

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Igualmente al hablar de este cineasta, neuras apartes, habríamos que detenernos en las particulares chicas que suelen acompañarle o en la visión que tiene de su ciudad, Nueva York.  Más significativo que la música de Col Porter o las películas de Martin Scorsese, sería el constante homenaje que Woody Allen, dedica a la Gran Manzana y en concreto a la isla de Manhattan, escenarios que engrosa buena parte de la filmografía del director. Pero en los años setenta, habría que sumarse Gordon Willis, el director de fotografía de una luz tan particular a estas primeras películas.

En cuanto a las chicas Allen, estas podrían competir perfectamente con las Bond, aunque tienen algunas peculiaridades bastante significativas: van con gafas, chalecos, enormes bolsos y un psicólogo incluidos. Algunas, como Diane Keaton en Annie Hall pusieron de moda un estilo bastante particular, el de chicas con sombreros Fedora, chalecos y pantalones de hombre.

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