-Cuanto más nos peleemos y más nos critiquemos, más grande se hará el océano y más pequeño el bote.
Como todos los demás, usted estará confinado en su hogar. Una vez que se haya ocupado de las necesidades básicas, es hora de abordar qué películas podría ver: Su primer impulso serían aquellas llenas de aquellas placeres que no podría disfrutar en estos momentos como salir a pasear, comer en un restaurante o viajar. Podría inclinarse por películas que exploren el confinamiento, el aislamiento o las dificultades de convivir en un pequeño espacio. Como muchos ahora estarán descubriendo, no es fácil pasar las 24 horas del día en un lugar confinado con un grupo de personas. Imagínese hacerlo en medio de extraños, en un bote perdido en algún lugar del océano. Ese fue el escenario que ideó John Steinbeck y que Alfred Hitchcock filmó en “Náufragos” dejando a nueve desconocidos en un bote salvavidas en plena guerra mundial.
El encierro por alguna crisis lleva a convertir este espacio mínimo, y a veces, único en una especie de microcosmos que solo logrará romper gracias a algún contacto puntual con el exterior. George A. Romero reflejó esa situación en “La noche de los muertos vivientes”, a través de una jauría humana dispuesta a devorarse a dentelladas, mientras contemplaba la descomposición de los valores de un país, el suyo, Estados Unidos. Hitchcock pensó en otra pesadilla claustrofóbica “al aire libre” en “Los pájaros” y más recientemente Dan Trachtemberg trasladó la paranoia de los supervivientes confinados en “Calle Cloverfield 10”.
Muchos directores han utilizado este encierro como parte de la narración cinematográfica, definiéndolas por sus recursos mínimos: el baño en donde se desarrolla “Madrid 1987” o el ataúd en donde Rodrigo Cortés encierra al protagonista de “Buried” (Enterrado). Los que debemos mantenernos recluidos en casa, a causa de esta crisis sanitaria, podríamos sentirnos identificados con estos personajes que han convertido en el confinamiento, su razón de ser. Hay propuestos menos “dramáticas” como la historia (“La ventana indiscreta”, Alfred Hitchcock) de un trotamundos, obligado a permanecer en una silla de ruedas, y terminará por romper su rutina con otro virus muy vigente en nuestra sociedad: sacando a relucir la condición del mirón que todos llevamos dentro.

Con Grace Kelly, en realidad, cualquier confinamiento resultaría idílico. Otros no tienen tanta suerte y de hecho, cualquier encierro prolongado podría terminar como el de nuestro siguiente protagonista. Sin la fama por alojar a sus personajes en lugares no muy aconsejables de Polanski, nos hubiéramos perdido toda una serie de películas memorables. Como “El pianista”, en donde el músico polaco de origen judío Wadysaw Szpilman, se vi sumido por el espacio, por los apartamentos en donde se desarrollaban sus historias.
Aunque a veces, el encierro no está pensado tanto en proteger a los de dentro del exterior, sino a los que se encuentran a fuera del peligro. Un bloque de apartamentos de un céntrico barrio de Barcelona queda aislado por una violenta reacción vírica en “REC” y no tienes más armas que la de una cámara al hombro, con la que grabar todo lo que sucede.
De esta forma descubrimos cómo las historias nacen en la mente de un director –que busca amoldar su propia ideología a la película- para luego adornarlos con los propios miedos que devoran nuestra sociedad. Así los personajes se convierten en meras proyecciones del propio espectador, quien focaliza sus emociones no en ellos, sino en la situación tan terrible, sumergiéndose en un territorio hostil plagado de enemigos deshumanizados y sus temores.


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